viernes, 31 de agosto de 2012





Es una lástima que no estés conmigo 


cuando miro el reloj y son las cuatro 


y acabo la planilla y pienso diez minutos 



y estiro las piernas como todas las tardes 



y hago así con los hombros para aflojar la espalda 



y me doblo los dedos y les saco mentiras.







Es una lástima que no estés conmigo 



cuando miro el reloj y son las cinco 



y soy una manija que calcula intereses 



o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas 



o un oído que escucha como ladra el teléfono 



o un tipo que hace números y les saca verdades.







Es una lástima que no estés conmigo 



cuando miro el reloj y son las seis. 



Podrías acercarte de sorpresa 



y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos 



yo con la mancha roja de tus labios 



tú con el tizne azul de mi carbónico.

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