martes, 12 de mayo de 2015

Ser fuerte...


No se, pasan los años y lo cierto es que casi todo me sigue haciendo daño. 
Un comentario a destiempo, un gesto de reprobación, una mirada de indiferencia.
El procedimiento tampoco ha cambiado demasiado: una punzada en el estómago y la sensación que mi cuerpo se torna más y más pesado, consciente de que tendrá que emprender su retirada con toda mi fragilidad a cuestas.
Lo cierto es que no consigo aceptar el desengaño. Me entrego desesperadamente a la contemplación de cualquier otra cosa que no sean los ojos de mi interlocutor cuando éste mira con demasiada insistencia los míos.
Me pongo el jersey antes de que llegue el otoño, espero pacientemente a que me quieran antes de empezar a darme, lloro con los spots de televisión , mierda, tengo cincuenta y dos años y sigo llorando con todas aquellas cosas sencillas de la vida.
En definitiva: creo que nunca aprenderé a ser fuerte.
Duele reconocerlo, la verdad.
Y también me alegra un poquito. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario