No se escoge respirar, ni palpitar, ni nacer o morir.
No se escoge quererte; simplemente, pasa.
Es la consecuencia inevitable de que existas, de que mires, te muevas, te acerques o te alejes.
No te quiero porque lo haya decido; quizás si en un principio,
pero cuando alguien cae bajo tu embrujo se pierde la cordura.
La lógica pasa a ser un concepto utópico, absurdo,
que no se vuelve a recuperar después de haber viajado
por el paisaje irrepetible que guardas bajo tu ropa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario