jueves, 5 de noviembre de 2015




No se escoge respirar, ni palpitar, ni nacer o morir. 
No se escoge quererte; simplemente, pasa. 
Es la consecuencia inevitable de que existas, de que mires, te muevas, te acerques o te alejes. 
No te quiero porque lo haya decido; quizás si en un principio, 
pero cuando alguien cae bajo tu embrujo se pierde la cordura. 
La lógica pasa a ser un concepto utópico, absurdo, 
que no se vuelve a recuperar después de haber viajado 
por el paisaje irrepetible que guardas bajo tu ropa.




No hay comentarios:

Publicar un comentario