martes, 1 de marzo de 2016




Quien se atreve a desnudarse emocionalmente frente a otros toma riesgos y se expone a ser herido. Quien convida a otros del vino de su verdad y del pan de su historia invita a un festín que tal vez no todos valoren. Ese es el precio de salir del capullo oscuro y estrecho de la seguridad, donde, es verdad, las balas no llegan. Pero tampoco la música. Ni la danza. Ni el éxtasis. Y uno se queda sin el premio que sobreviene naturalmente a quien emerge del escondite con coraje: un inmenso par de alas.




No hay comentarios:

Publicar un comentario