jueves, 11 de diciembre de 2014




A veces el alma calla, busca rincones oscuros en donde sepultar angustias y rencores, y no acierta a encontrarlos. El espacio está abierto pero el corazón desconoce, casi siempre, su existencia y no viaja hacia las nubes, se queda pegado a su soledad en la tierra. A veces el alma escucha sin entender la palabra, ahogada bajo el trepidar de las mentiras víctima de las cenizas del olvido. A veces el alma duerme ignorante de su suerte, fabricando desdichas y placeres ocultos en infantil deseo de vivencias. A veces el alma llora sin conocer el motivo, se agita en la indolencia de su vivir vacío, sus esperanzas rotas. A veces el alma se rompe en pedacitos, minúsculas partículas de hielo derretido, que suben hacia el cielo… atraviesan las nubes… y se esparcen, alegres, por la nada a jugar al escondite con las estrellas.





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